Aquella
carrera ser preveía dura, no solo por el trazado sino porque llegaba
bastante mermado por el cansancio de los días previos a la carrera. En
recorrido de 10K era plano en su gran mayoría pero 2K de ascenso
continuado la diferenciaba del resto de pruebas.
Como
digo el cansancio y el dolor de piernas estaban presentes en mi, había
entrenado los 2K de subida y aún habiéndola realizado tres veces me
parecía difícil de tratar. Realicé un concienzudo calentamiento, el más
completo realizado por mi. Consistió en estiramientos y un par de
quilómetros de trote. Una vez terminado realizé unas pruebas de los
últimos 500 metros ya que la carrera terminada en una subida y quería
probar la dureza de esa última curva antes de adentrarme a la recta de
meta, quería estudiarla para para dosificar fuerzas durante la prueba.
Tenía
el presentimiento de que mi tiempo no iba a ser el que yo quisiera y el
duro calentamiento me pasarían cuentas. Ya en la salida pensaba como
tratar el trazado, los cuatro kilómetros urbanos planos los dos de
subida uno de bajada y el resto urbano de nuevo plano con la subida
final. Pero esta vez la espera en la salida se hizo más llevadera al
reencontrarme con un compañero de la infancia que tras unos minutos de
saludos y resumen de la vida nos deseamos suerte y comenzamos la
carrera. Fue discernido hasta que el grupo salió, los primeros
quilómetros fueron fáciles, tal vez con un ritmo bueno pero siempre hay
que reservar fuerzas para la subida.
Enfilamos
la subida a la montaña de San Muç y se notó la dureza desde los
primeros metros. No era una subida extrema de esas que tienes que subir
caminando como si de unas escaleras se tratase pero se oían entre la
música que a muchos nos acompaña los jadeos de todos los corredores.
Casi gritos espartanos fuimos subiendo esos dos quilómetros sin descanso
hasta llegar a la cima.
Después
se encontraba la bajada y sus primeros cien metros no son los metros de
bajada que uno desea. Esos metros eran para dejarse llevar, se
desgastaba más fuerzas frenando que bajándola a gran velocidad. Por ello
debíamos guardar algo más de energía en la dura subida para realizar
esa primera bajada.
El
resto del quilómetro era una bajada suave que permitía recuperarse de
la subida y conseguir un buen ritmo. Llegábamos de vuelta al centro de
la ciudad y nos volvían a envolver los vecinos que nos aplaudían a
nuestro paso dándonos ánimos. Llegado a la subida final y me pareció mas
fácil de lo que en si era, seguramente esos últimos 4K me habían
servido para recuperarme y tracé la curva y las dos rectas a una buena
velocidad hasta la meta.
El
crono se paró en unos 51:15, volvía a la marca de mi primera carrera
pero esta vez era mas dura que la Sant Silvestre y que la Mercé que es
practicamenta plana y apenas 25 segundos de diferencia. La dureza y el
cansancio me hizo salir satisfecho de esa carrera a diferencia de la
anterior aunque en ninguna rebajé los 50 min.
Ya
puestos en el nuevo objetivo, la quinta carrera será la Sant Silvestre
de nuevo, con una variación de recorrido posiblemente menos exigente me
permita por fin rebajar los 50 min (5 min/km) y quien sabe si los 48min
que me propusieron para la Merçé.
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